La unidad, un camino a vivir en salud y equilibrio.
- shiatsuyi
- 11 ene 2019
- 3 Min. de lectura
“Es cierto que el humano está constituido por millones de células agrupadas, pero no podríamos decir que un millón de células agrupadas son necesariamente un ser humano”.
Uno de los principios de la vida, es que lo seres vivos existen siempre como una totalidad y forman una unidad completa, siendo más que la simple reunión de sus partes.
El trabajo de la mente racional es la de clasificar y dividir en determinadas partes la imagen del cuerpo y de la vida para así poder estudiar, comprender y observar lo que pasa, constituyéndose un “YO”(que esta fuera del todo) y que actúa como juez de lo que nos va pasando sin integrarse necesariamente en el proceso. Este “YO” no es otra cosa que el marco de referencia básico representante del pensamiento Occidental, una respuesta simplificada que nuestra racionalidad a curtido y desarrollado durante muchos años de evolución social. De ahí viene esa necesidad de clasificar por partes, separándolas del resto, para poder comprendernos en la búsqueda de una imagen racional que nos dé una respuesta, aunque sea limitada, sobre la cual podamos comprender el cuadro general. Es en este marco de referencia conceptual, dominante hoy en día, que se han vuelto las partes tangibles y fácilmente distinguibles como las representantes de la vida, considerándose tan solo lo evidente como los bloques constitutivos básicos de todo lo que existe, como si esto fuera la propia vida. Imponiéndose por esto, una dicótomia entre aquello que nos rodea y constituye (adentro-afuera, mente-cuerpo, espíritu-materia) afectando directamente en nuestra forma de vivir, comprender el mundo y a nosotros mismos.
Pareciera que en nuestra cultura se nos ofrece el lugar de células, de estructuras anatómicas o de una serie de tejidos que pueden ser dominados por la mente, pero que no son una unidad y que nunca estará unido a su entorno. Pero esto, no es más que el reflejo de nuestra racionalidad y sus limitaciones, es esta la que no puede llegar más haya de la imagen de un cuerpo dividido y en una vida comprendida como partes.
Así no es raro que el concepto de salud occidental este basado en esta misma mentalidad, teniendo como fin tan solo la búsqueda del buen funcionamiento de las partes por separado (huesos, músculos, nervios, vasos sanguíneos, órganos, etc.) y no la imagen de un todo sensible a el medio que lo rodea. El cuerpo debe ser casi una máquina que debe funcionar acorde a lo que se espera de él , como ente aparte, tanto social como biológicamente.
Pero basta cerrar los ojos para sentir los ritmos de este cuerpo sensible, percibir las diversas sensaciones que emergen de los distintos estímulos corporales, las emociones que surgen al evocar los diversos recuerdos y visualizar las diversas percepciones de mundo que cada día tenemos.
Con todo esto de seguro esto podemos decir que: ¡somos mucho más que la suma de nuestras partes!
Cuantas veces, cuando aparece un problema físico en una parte del cuerpo, se tiene la impresión de que dicho problema está ubicado solo ahí y que solucionando este desperfecto el organismo seguirá funcionando sin mayores inconvenientes. Al igual que creemos que al manipular a un individuo (sea cual sea la técnica con que se haga) se vea afectada tan solo aquella parte manipulada. Es que cada vez que manipulamos el esqueleto u otra estructura física de alguien, como reflejo afectara la mente, las emociones, la energía u otro órgano que esté involucrado en mantener la vida, es decir el conjunto por completo.
La principal problemática que encontramos en esta visión de salud y del cuerpo, es que entre mas destaquemos una zona o que la tratemos por separado del conjunto, mas potenciaremos la desconexión de dicha parte con el todo, potenciando el desequilibrio. Es como la imagen de alguien que ha decidido preocuparse tan solo de si misma sin vincularse con los demás que lo rodean, cada vez se encontrara mas solo y encerrado con sus problemas y entre más se centre en si mismo más se desconectara del total.
Cuando alguien tiene un problema ese alguien se ve afectado en su totalidad y esto incluye su entorno. Entonces aquello que vemos o sentidos con mayor intensidad no seria otra cosa que el síntoma, que ha aparecido con la intención de hacer un llamado a solucionar la problemática o desequilibrio que nos afecta, sirviendo como guía para ser conscientes de que algo esta fuera de su lugar, de alguna parte de nosotros que se ha radicalizado y que nos avisa que es necesario revisarnos. Aquella enfermedad que muchas veces repudiamos, rechazamos y nos negamos a aceptar, no es el problema, más bien es el camino que nos sugiere la vida para encontrar el problema y la solución real a nuestra des-armonía.
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